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Campanas de tierra y cielo

Incursiones poéticas

Oración al Niño Jesús Cautivo

Tú que elegiste el encierro
en el portal de Belén,
que de Herodes fuiste rehén
y marchaste perseguido.

Tu a quien daban por perdido
con dolor,y al fin te hallaron
porque al Señor le confiaron
el precio de tu rescate.

Tu al que en el pecho le late
las penas del sojuzgado.
O al que yace confinado
te entregas como Pan Vivo.

Mi Niño Jesús Cautivo
libérame de este estado.

Tú que tendrías las manos
sangrantes por los cerrojos,
que te cubrieron los ojos
preso del odio y la afrenta.

Tú que un día a la tormenta
ordenarías sosiego,
para que cese el trasiego
y las almas se elevaran.
Tú al que el cuerpo encadenaran,
movidos de iniquidad.

Tú, Divina Majestad,
por cuya ofrenda pervivo.
Mi Niño Jesús Cautivo
danos ya tu libertad.

Christus natus est

¿Nacerás en la noche, si ella niega el lucero?
¿Nacerás en la tierra que desecha al pesebre,
sin júbilo visible que tu gloria  celebre
y pastores ajenos a la Cruz y al acero?

¿Naceras en la patria de guerreros ausentes,
de sabios desterrados, de honores fugitivos?
¿Nacerás entre tantos corazones cautivos,
desertores del cielo, de la gracia indolentes?

¿Nacerás en el cruce del solar argentino
aún cuando consiente que tu nombre se  ultraje?
¿Nacerás a sabiendas de que ya no hay ropaje
que cobije tu carne y aguarde tu destino?

Yo sé que nacerás, Señor. El ángel mira
los ojos de tu Madre mientras canta laudante
la alegre epifanía del amor navegante,
cruza al aire las manos o un hágase suspira.
 
Nacerás porque Dios sabe cumplir su pacto.
Porque queda en la guardia un sueño que desvela,
y aguardando la aurora, queda un fiel centinela
con la esperanza firme y el pabellón  intacto.

Profesor Católico

 Las hojas, el reloj, un calendario,
los lentes, la libreta más reciente,
viejos libros y el alma en un silente
soliloquio de amor hospitalario.
 
El aula aguarda, ya rezó el rosario.
Tema del día es alumbrar la mente
de ese joven acaso indiferente
por quien ayer pidió, junto al sagrario.
 
Cuesta septiembre, llegan los dolores,
mezcla el día su afan con su salitre,
mas la Verdad es nueva por antigua.

Lo imagina a Jesús con los doctores,
deja un Ave María en el pupitre,
habla y su voz parece que santigua.